martes, 9 de diciembre de 2008

Martes 9 de Diciembre de 2008 – Tercer Programa de Hora Bohemia

Tema Musical : LA BOHEMIA

Heroínas de “entrecasa” (fondo how i'm supposed to live with out you)


Hay veces

que en la mitad del camino

suelen justificar el apogeo de la voz

quizás también los gritos

o los silencios que se quiebran

con el llanto…

Ellas,

presencias silenciosas

heroínas desconocidas

domésticos espectros

que deambulan por las paredes de la mañana

y se instalan en los brazos de la noche :

se disponen a aceptar los olvidos

y las certezas.

Pero si una vez,

una sola vez

la rebelión del alma

irrumpiera en sus prisiones…

¡Qué anarquía de voces

invadiría

el desconsuelo de los necesitados

y de las necesidades!

¡Qué enardecidas palabras

surgirían de la nada

para transformarse

en leyenda, en canto

en roce de alas

acariciando el amanecer!

Ah! Mujeres de miradas rosas

una vez más exalten el heroísmo de las manos sucias

transformen el delantal, la escoba , las mañanas

en hechizos incoloros

que adornarán

la plenitud del día ,

con las caricias mojadas

levanten una muralla de luna

y coloquen en ella las palabras que hieren

enarbolen una bandera de amor

sean feliz con sus tesoro

y sigan siendo las heroínas de siempre

aunque sea

en la mitad del camino…

Susana Cordisco




Tema musical Wicked Game

SOLO A VECES (fondo musical Get here)

Solo a veces, cuando la soledad
golpea la puerta de mi alma,

puedo sentir que nunca te olvidare...
Solo a veces me gustaría que me
hubieras enseñado a olvidarte...
si ,amor, me enseñaste todo, pero
no me enseñaste a olvidarte...
y en las noches el silencio me grita
tu nombre ,todo es mas oscuro, mas
gris...
siento que me llamas, que susurras
mi nombre, pero la realidad golpea
muy fuerte: tu ya no estas!!!
que nos paso ,amor?
pregunta sin respuesta, solo el silencio
es mi fiel compañera...
quise ponerle un nombre a lo que nos
ha sucedido y le puse ausencia, pero no!!!
no era ausencia, era solo olvido, amargura
sin fin....
solo palabras, yo se que ya no estas y es
todo eternidad...
si!!!solo eso: eternidad...

ZUNILDA





Selección de Poesías del libro “LATIDOS DE PAPEL”

de Juan Fran Núñez Parreño

La Mar,

TODO Y NADA “Pase Lo Que Pase”,

se seguirá moviendo.

No pides nada

pero lo mereces todo,

y aunque te diera todo

sería como darte nada

porque tú mereces más.

Mil veces te daría todo

y mil veces sería darte nada,

todo de todo

sería nada de nada.

Darte todo

es nada

para ti

porque tú mereces más.

De nada

haces todo

y de todo

haces mucho más,

pero con todo

aún es nada

porque tú mereces más.

Y si un día yo tuviera

un poco de ti,

tan sólo un poco,

tan poco que casi fuera nada,

para mí sería tenerlo todo

porque yo soy nada

y tú lo eres todo.

Desde la nada

que soy

te quiero más

que a todo

lo que más quiero.


JUAN FRAN NÚÑEZ PARREÑO


Tema musical Promise me



COMPLICIDAD DE LA LLUVIA (fondo musical Sacrifice)

Soñaba con ella las noches de lluvia. No era, a decir verdad, un sueño que se presentara con irremediable precisión en cada una de las lluvias de mi vida, pero siempre que lo tenía era una noche lluviosa. Puedo decir, al menos, que era una costumbre irreconciliable con las siestas sosegadas, con los amaneceres tardíos, con las noches secas. Lo más curioso, sin embargo, no era esta llamativa coordinación entre mi sueño y el clima, si no la mujer. Nunca supe quién era. Y nunca supe por qué, con metódica regularidad, soñaba con ella.

Tenía una belleza rara, cautivante. Una de esas personas que uno no sabría cómo describir, sin un rasgo distintivo que la diferencie del resto. A excepción de sus ojos. En ellos radicaba, acaso, todo su encanto: en esos ojazos de gato triste, como caleidoscopios infinitos donde se vislumbraban, a intervalos y difusos, retazos de un mundo inalcanzable.

Lo otro que la distinguía era su risa, un destello del sol en el único resquicio abierto de un cielo encapotado. Una risa espontánea, inesperada; un instante de breve alegría que se sobreponía a una tristeza inconmovible. Y su olor. Un aroma a lavanda que a veces creo haber sentido impregnado en mi almohada, como un trazo de aquel sueño.

Tenía cara de Vanina, o Jimena, tal vez de Analía. Pero no de Claudia, ni de Marcela, ni de Julia. Tomaba café con una gotita de leche; nunca cerveza como yo. Sonreía como si no fuese consciente de su belleza, gesticulaba para hablar y se mordía el labio inferior cuando reflexionaba. Me gusta creer que en esos momentos, en ese gesto, pensaba en mí, en nosotros.

El sueño era siempre el mismo. Ella esperaba un taxi en una noche lluviosa, amparada en el pobre cobijo de un portal antiguo. Yo le ofrecía mi paraguas. Como la lluvia no cesaba buscábamos refugio en un bar: un cortado y una cerveza, por favor. Las coincidencias no forzadas reducían la distancia inicial, tendían un puente que nos conectaba, nos hacía más reconocibles. Esta, tal vez, era la única parte del sueño que solía variar. Un día eran escritores, y nos pasábamos la noche hablando de libros, de autores o de personas inventadas. Ella quería ser Fermina Daza, La Maga, o Gabriela en Bahía. Yo le confesaba que todavía no superé la frustración de no haber sido nunca Huckleberry Finn.

Otro día era la música: hablábamos de Silvio, de Serrat, de Sabina, de Ismael Serrano. A ella le hubiese gustado saber cantar; a mí, tocar la guitarra. Murmurábamos estrofas con torpeza, tarareábamos comienzos o estribillos, hasta armar un inventario de canciones que nos conmovían. A veces se nos ocurría la misma canción al mismo tiempo, y era como encontrar una mano amiga en medio de la noche oscura. En esos momentos los ojos le brillaban con promesas de futuro.

La lluvia era mi gran aliada. El tiempo discurría manso hasta que se agotaban los temas triviales; ella pedía otro café y llegábamos cautamente a las confidencias. Al filo de la madrugada el cielo nos daba un respiro y yo la acompañaba hasta la esquina. Y entonces otra vez la lluvia, otra vez su intervención como un mensaje ineludible. Teníamos que buscar refugio en un zaguán que apenas alcanzaba para nuestras sombras. Quedábamos tan cerca uno del otro que el beso llegaba sin excusas. Y ese beso no era más que el prolegómeno de una exploración mutua que habría de durar toda la noche.

Soñé con esa desconocida durante meses. Solía despertar con su olor en todo el cuarto, con las huellas de su cuerpo en las manos y un abismo en el pecho, un vacío súbito que me hacía deambular como perdido durante el resto del día. Cuando no soñaba con ella me despertaba abatido, con el desamparo de un amante abandonado, temeroso de no volver a verla. La soñé tantas veces que me aprendí su cara de memoria: sus ojos de caleidoscopio, su media sonrisa, la geografía de su cuerpo, cada pliegue de su piel.

Por eso, cuando la vi, no me costó reconocerla. Como no podía ser de otro modo, era una noche de lluvia. Yo acababa de salir de médico. Caminé por el bulevar Oroño hasta la esquina de Rioja para conseguir un taxi. Un viento sibilante le arrancaba un quejido breve a las palmeras; junto al cordón, el agua acumulada buscaba el camino hacia la boca negra del desagüe. Detrás de una cortina acuosa, guarecida en un portal, ella atisbaba la calle sin mucha esperanza. Me quedé inmóvil por un segundo, atónito, mientras la lluvia taladraba mi paraguas.

Era ella: sus ojos, la breve mirada que me dedicó, disiparon cualquier duda. Avancé con la seguridad que sólo puede brindarnos la premonición onírica, el convencimiento que se había forjado en tantas noches compartidas bajo el rítmico resonar de la lluvia en mi ventana. Le estiré mi paraguas y ella sonrió.

—No, gracias. Ahí viene un taxi.

Y se fue, con la cruel indiferencia de todas las mujeres que nunca soñaron conmigo.

JAVIER NÚÑEZ




NACE NOVIEMBRE EN UN OTOÑO


Nace Noviembre en un otoño

preñado de primavera donde sólo

los ocres adornos de los otrora

verdes revelan la estación verdadera

de nuestras esencias, todavía

insufladas por enormes deseos

de fortalecer y gozar de nuestras

presencias agarradas a la tierra,

en este Noviembre que nace

apacible, las señales repentinas

del viento que aligeran

las copas de los árboles

nos recuerda la brevedad

del gozo y nuestras razones

primeras, las que han ido

trazando el sentido

y la dirección de la búsqueda

de esa felicidad singular

que va gratificando nuestras

raíces y a la vez

fecundando nuestros vástagos,

y las frescas madrugadas

que nos obligan a arropar

la intimidad de nuestras camas

con sentimientos y hechos

para cuando Noviembre se vaya

en el tiempo y las blancas

nevadas cubran las escasas

ramas que nos adornan y conforman

tengamos ese punto de satisfacción

que confiere un buen almuerzo

sin sentirnos del todo lleno

pero con el paladar

y todos los sentidos plenos,

en buena compañía irnos

entregándonos a la siesta

en libertad y casi

sin darnos cuenta.

FRANCISCO JESÚS MUÑOZ SOLER



Te entrego.

Francisco De Sepúlveda

Aunque perfore mi alma, te entrego.
Te entrego y no por gusto
Te entrego por fuerza,
Por razón mortal
Deseo celestial o como le llames.

Te devuelvo a la tierra
Te entrego a mis miedos, dolores,
Persecuciones mentales por tu partida.

Te entrego a mi desesperanza
Al odio a olvidarte,
Pero ¿Cómo olvidarte?
Si te llevas mi sangre y besos,
Mis recuerdos y mi pasado.

Te entrego a la vida,
Proceso natural: nacer, crecer y morir

Te entrego a lo que eres y serás
Eternidad, continuidad, futuro
En tu sangre que es la mía.

Te entrego al destino
Y con el me entrego yo a sus designios
A amarte sin saber su significado,
A amarte eternamente mientras mis ojos tengan luz
A entender que es amarte mientras te recuerde
A amarte, amarte, amarte…
Y recordarte

Te entrego y devuelvo al calor de la tierra
Mientras sobre ti llego a comprender
Que es amarte
Pero no me pidas lo imposible,
Olvidarte.


Puntos entre línea
(O la unión de los deseos entre un hombre y una mujer)
por Jorge RODRIGUEZ LAGOS

la desnuda estrella de mis labios
besa
tu inquieto caracol
marino

tus manos clavas a mi piel
confirmo
que llegaremos juntos al cielo
y que juntos cruzaremos
el abismo

MUJER
mitológica orquídea
de la creación

nuestros cuerpos
se encuentran como un enjambre
silencioso
y cautivo




Ámame despacio

Ámame despacio
que el otoño ya está pronto
y acaricia mis labios
con tus labios de miel.
Métete en mi alma
que esta abierta y desprolija,
corre a mi lado
y no dejes de correr,
rompiendo lo oscuro
de mi corazón lastimado,
quítame el murmullo
y devuélveme la paz.
Salta desde el cielo
a la orilla de esa montaña,
flota por los ríos
y llévame a navegar,
que como los amantes
de los sueños
te daré el tesoro eterno,
te daré mis ilusiones
y mis ganas de cantar.
Lleva a lo alto mi sonrisa,
el vivir día tras día,
la alegría de ver
el sol cada mañana,
de aquella niña
que dormía,
de esa mujer
que ya es mía,
de la aventura
que el sólo vivir
a tu lado da.
No culmines el canto de tu vida
sin llevarte mi alegría
no te olvides de mis ojos
mi esperanza,
no te pierdas mis razones
mis besos, mis ilusiones
y mi ternura que te acoge
cada mañana.
Ámame despacio,
que el otoño ya está pronto.

Daniel Fernández





Probemos

Por Sergio Sarachu

(...) entre la vida de lo que digo
y el gentío de los paréntesis
está el placer.
Por eso desenvaino tus últimos botones.
Rehago tu voz en el teléfono
-la autopista sin labios donde se vive a fondo-
y palmeo en la espalda a cada letra
para encontrarle el sonido que calza.
Y entre nosotros una explosión, una humedad insólita
con la piel que sostiene el aire
y consuela el formón de la mudanza
de uno de estos días.

La eternidad del placer se asila
en el tránsito que somos,
en las oraciones pasajeras
que dejan su huella de cascos amarillos y creaciones a la pasada.
Y en el abrazo que quiero darte infinitamente
cuando me digas: probemos, (...)



Amor simétrico

Por Juan D. Carrizo.

¡Te amo
desde la juntura inexorable
del amor y la carne!


Te amo
desde
la preñez
de tu madre


Desde
tus formas intangibles
a la curiosidad de mis ojos


Desde
cuándo no era roja
tu sangre
y...te imaginaba a mi antojo



Te amo
desde la hondura
de mi alma inmersa
Y...enhebrada
en la textura de
tu piel rosada
Cual
partitura
de la canción excelsa


Te amo
desde tiempos pretéritos
con la sensatez expoliada


Con anhelo y estrépitos
del que habita el yermo desolado
y...necesita el agua.




ETERNA SEDUCCIÓN

Por Cristian Solimena

caí en las garras de lo mas incierto de mi instinto
dejando atrás aquella estructura antigua de mi alma
sintiendo la fría oscuridad de mis deseos mas bajos
soportando el dolor de una cruz atormentada

Poco a poco , suavemente, en el sentido del camino
llevo en la mochila de mis recuerdos
aquellas lagrimas de tus ojos vivos
mirando mi rostro enrarecido
sufriendo el dolor de mi corazón herido
sabiendo que es muy tarde, sabiendo que es prohibido
la razón es mas fuerte que el sentimiento querido

Eterna seducción llevo en el alma
ansiedad alocada , eterno vacío
pasión aun permitida
de caricias y de mimos
para estar cerca de aquel momento
que tanto he aprendido

Eterna seducción, llevo en mi mente
pensamientos de Marques, desinhibido
mirada transparente y penetrante
espero tu momento tan sentido




LUNA

Por Josefina Fidalgo

Desde que orilla
brilla la luna
que se asoma
con su mueca pierrotesca
Descorre de sus ángulos
las tentaciones incompletas
en la noche íntima
de su fiesta orgiástica
Se revuelca en el mar y penetra
en oleadas calientes
con el bramido bestial
que se desboca.




Sicario

Por Gabriela Fiandesio

Con la espina de tu ausencia
clavada en mi agonía
Con los versos que dejaste
atravesándome la piel.
Con la voz en los silencios
y los silencios en tus voces
derramo mi tristeza en un jirón
de tu recuerdo.
Me traspasa este sicario
el corazón yerto que no late.
Y me haces prisionera
del ayer.
Apaleo la nostálgica visión
de una noche,
una sola noche
en que fuimos uno los dos.
Solo queda ahora ahogarme
en veneno de tus labios,
esos labios
que no volveré a tener.

Traspáseme sicario
mi corazón yerto ya no late.
Necesito de su ayuda;
Él no va a volver.

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